Javier Vinós (octubre de 2025)
Empecemos diferenciando lo que es un punto de inflexión de un punto de no retorno, algo que en el idioma inglés está muy claro, pero a la hora de traducir al español genera confusión en muchas personas. Un punto de inflexión (inflection point) es un cambio fundamental en la dirección o trayectoria, mientras que un punto de no retorno o punto crítico (tipping point) se refiere a un umbral decisivo que conduce a un cambio drástico y, a menudo, irreversible. Ambos conceptos describen transformaciones significativas, pero los puntos de inflexión indican una variación en la tasa o ritmo del progreso, mientras que los puntos de no retorno se caracterizan por la irreversibilidad y profundidad de la transformación.
1. El origen del concepto de punto de no retorno climático
El concepto de punto de no retorno está presente en la física básica. Si a uno de los platos de una balanza en equilibrio se le añade una masa muy pequeña, la balanza se desequilibrará completamente. Sin embargo, no era un concepto que estuviera presente en las ciencias del cambio climático en los años 80 y 90 del pasado siglo. Ello se debe a que la existencia de puntos de no retorno en el clima es un concepto teórico, sin ejemplos bien documentados.
Tampoco era un concepto popular en la sociología hasta que llegó el periodista y escritor Malcolm Gladwell. En 1996 publicó un artículo en la revista The Newyorker titulado precisamente ‟The Tipping Point”. Los epidemiólogos hablan del punto crítico en el que una infección contagiosa supera un punto de equilibrio en el que se mantiene estable en la población y ello hace que aumente de forma exponencial hasta producir un brote epidémico y a ese punto le llaman ‟tipping point”. Gladwell tuvo la visión de mezclar este concepto epidemiológico con la sociología del crimen en Nueva York para explicar el aumento y posterior desplome de la tasa de homicidios en Brooklyn. El artículo tuvo tal éxito que en el año 2000 Gladwell publicó el libro ‟The Tipping Point”, en español ‟El punto clave: Cómo los pequeños detalles pueden marcar una gran diferencia”. Como dice el autor: «Las ideas, los productos, los mensajes y las conductas se extienden entre nosotros igual que los virus». El libro tuvo y todavía tiene un éxito arrollador, convirtiéndose en best-seller, recibiendo premios y popularizando el término ‟tipping point”.
Es solo a raíz de este éxito social que el término salta de la sociología a la climatología. Y lo hace no porque responda a una necesidad científica sino a una política. El cambio climático es demasiado lento y progresivo, lo que invita a postergar las soluciones costosas, como reducir drásticamente las emisiones de CO₂ o desplegar generación eléctrica renovable a gran escala. Se hacía necesario imbuirlo de un sentido de emergencia y dramatismo y los puntos de no retorno son perfectos para asustar a la gente. El encargado de ello es, cómo no, James Hansen, quien en una presentación ante la Unión Geofísica Americana en 2005 afirmó que «nos encontramos al borde del precipicio de los puntos de no retorno del sistema climático, más allá de los cuales no hay redención». En pocos días todos los periódicos importantes se estaban haciendo eco y los puntos de no retorno pasaron a ser parte esencial de la comunicación del cambio climático.
La revista Nature se hizo eco a los pocos meses de esta nueva tendencia en un editorial titulado: ‟Alcanzando un punto de no retorno”. Dicho editorial, reconoce a Malcolm Gladwell como el popularizador del concepto que ha infectado a la ciencia climática, pero critica dicho concepto diciendo que pertenece más al mundo social y político que al físico, y que hay tres peligros asociados a centrar demasiado la respuesta de la humanidad a la crisis climática en los puntos de no retorno. El primero es la incertidumbre de la ciencia; el segundo es la tendencia de tal énfasis a distorsionar nuestras respuestas; el tercero es el peligro del fatalismo.
Los académicos Russill y Nyssa analizaron el uso de los puntos de no retorno en su artículo ‟La tendencia del punto de no retorno en la comunicación sobre el cambio climático” publicado en la revista Global Environmental Change, y muestran que este uso aparece primero en los medios de comunicación, en el año 2002 antes de infectar a la literatura científica. Ellos documentan su primer uso científico en un artículo de 2005 titulado ‟El adelgazamiento del hielo marino del Ártico, 1988-2003: ¿hemos superado un punto de no retorno?”

Figura 1. Análisis de la tendencia del punto de no retorno en la comunicación sobre el cambio climático. El primer uso en los medios de comunicación tiene lugar en 2002, mientras que el primer artículo científico que lo hace no aparece hasta 2005. Fuente: Russill & Nyssa. Global Environmental Change 19 (2009) 336–344.
2. El debate científico sobre los puntos de no retorno
En 2008, Timothy Lenton, de la Universidad de East Anglia se convierte en el científico de referencia sobre los puntos de no retorno al publicar en la revista PNAS, junto a otros científicos del Instituto de Postdam de Investigación del Impacto Climático, el artículo ‟Elementos de no retorno en el sistema climático de la Tierra”. No hay disimulo alguno con respecto a la intencionalidad política, porque los mismos autores declaran que «aquí nos limitamos a los elementos desencadenantes a los que pueden afectar las actividades humanas y que son potencialmente relevantes para la política actual». Ello los lleva a hacer la primera lista de puntos de no retorno que, según ellos, se deben a las actividades humanas y están lo suficientemente cerca en el tiempo como para verse afectados por las decisiones que se tomen hoy. La intencionalidad política no es que sea manifiesta, es que se declara.
Pero entre los científicos hay un debate con respecto a los puntos sin retorno por los siguientes problemas:
- No están bien definidos. La ciencia requiere que sus postulados tengan una definición exacta e inequívoca, y nadie sabe dónde están los puntos sin retorno.
- Presentan una gran incertidumbre. Al no haberse observado ninguno, no sabemos ni siquiera si existen y mucho menos bajo qué condiciones podrían presentarse. Son tremendamente especulativos.
- Carecen de evidencia y no se puede calcular apropiadamente su probabilidad y mucho menos el momento en el que podrían producirse.
- Son variables. Lo que ayer era un punto de no retorno, hoy resulta ya no serlo, y viceversa.
La ciencia se basa en la evidencia y como no hay evidencia sólida de que el sistema climático haya atravesado ningún punto de no retorno en miles de años, nos encontramos con un tema que está más cerca de la ciencia ficción que de la ciencia.
Por eso en 2011 David Battisti, profesor de ciencias atmosféricas de la Universidad de Washington y autor de estudios sobre el cambio climático abrupto durante la última glaciación, dijo que «puede que haya otros mecanismos por los que los gases de efecto invernadero puedan provocar un cambio climático abrupto, pero no conocemos ningún mecanismo así en los registros geológicos». Varios estudios, entre ellos el del profesor Battisti en la revista Nature Geoscience, sugieren que el cambio climático abrupto parece ser el resultado de alteraciones en la circulación oceánica asociadas exclusivamente con las glaciaciones. El profesor Battisti ponía en duda que la acumulación de CO₂ en la atmósfera pueda provocar un cambio climático abrupto.
3. Ausencia de rigor científico
Pero este debate científico sobre los puntos de no retorno no llega al gran público, que es desinformado a conciencia por quienes han introducido este concepto en la comunicación climática con una clara intencionalidad política, contando con la inestimable colaboración de los medios siempre sensacionalistas.
Y si hacen falta ejemplos de lo poco riguroso que es a nivel científico el tema de los puntos de no retorno y de su naturaleza esencialmente ficticia, podemos poner dos:
(1) La hipótesis del fusil de clatratos
En los fondos marinos hay depósitos sólidos de metano en forma de clatratos. En 2003 James Kennett presentó la hipótesis del fusil de clatratos, que se recargaría de metano durante los periodos fríos y se dispararía en caso de que el calentamiento alcanzara un cierto nivel. La liberación del metano en la atmósfera provocaría un bucle de retroalimentación provocando sucesivamente más calentamiento y más liberación de metano. El fusil de clatratos entró rápidamente en la lista de puntos de no retorno climático alarmantes, hasta que en 2016 un artículo en Reviews of Geophysics demostró que el metano que liberan no alcanza la atmósfera. Es un ejemplo de cómo crear alarma sin ningún tipo de evidencia que lo apoye y con desconocimiento del funcionamiento del sistema.
(2) El hielo marino del Ártico
En su artículo de 2008, ‟Elementos de no retorno en el sistema climático de la Tierra”, Timothy Lenton identificó el hielo marino del Ártico como el primero en la lista de elementos que podrían presentar un punto de no retorno, señalando la marcada reducción en su extensión durante el verano que había llevado a algunos científicos a proponer que ya se había rebasado dicho punto. Sin embargo, desde 2007 no se ha observado una reducción significativa en la extensión del hielo marino ártico en verano. Las dos décadas de estabilidad, mientras el calentamiento y las emisiones de CO₂ han continuado aumentando, apoyan que este punto de no retorno no existe.
De hecho, en un artículo publicado en Science en 2022, titulado «Un calentamiento global superior a 1,5 °C podría desencadenar múltiples puntos de no retorno climáticos», los autores han eliminado de su lista al hielo marino del Ártico, sustituyéndolo por el hielo marino del mar de Barents donde la tendencia sigue siendo negativa.

Figura 2. Las listas de puntos de no retorno varían de unos autores a otros. Entre las diferencias, en la lista de Lenton et al. 2008 (PNAS, 105, 6, 1786-1793) figuraba el hielo Ártico, que tras dos décadas de estabilidad ha desaparecido de la lista de McKay et al. 2022 (Science, 377, 6611, p.eabn 7950), siendo sustituido por el hielo del mar de Barents.
Esta indefinición, vaguedad e inconstancia de los puntos de no retorno, su origen en la sociología y su declarada intencionalidad política los desnudan como una más de las herramientas de manipulación empleadas en convencer a la gente de una imaginaria crisis climática. Produce estupor que el Vaticano exija más pruebas para declarar a alguien santo, que la ciencia para declarar la existencia de un punto de no retorno climático. ¿Es la ciencia la nueva religión para los crédulos?