La ciencia ficción de un gran mínimo solar en el s. XXI

Javier Vinós (junio de 2025)

Las ciencias del clima son poco serias, al menos para un científico experimental como yo. Están llenas de ficciones basadas en creencias, relatos y suposiciones que son aceptadas sin discusión, a pesar de no estar apoyadas por evidencias sólidas. Entre los que promueven la ciencia ficción climática no están sólo los que creen que el clima cambia fundamentalmente por culpa nuestra, sino también los que piensan lo contrario.

Hace dieciséis años se gestó una ciencia ficción climática por parte de algunos científicos escépticos del cambio climático antrópico: la ficción de que se iba a producir un gran mínimo solar (GMS) que no solo revertiría el calentamiento global, sino que sumiría al planeta en una nueva pequeña edad de hielo, sorprendiendo a los alarmistas del calentamiento y causando un gran sufrimiento. Al igual que todas las demás ficciones climáticas, ésta debe ser erradicada.

1. El origen de la ficción

El profundo mínimo solar de 2008-2009 fue una completa sorpresa para los astrofísicos. No sabían que la actividad solar pudiera llegar a ser tan baja, ya que no se había producido algo parecido durante el periodo de observación del sol con instrumentos modernos. En 2009, un astrofísico llamado Habibullo Abdussamatov publicó un artículo en ruso en el que argumentaba que los años siguientes verían un enfriamiento importante debido al inicio de un nuevo GMS. Sus argumentos eran:

  • La baja actividad solar durante el mínimo entre los ciclos solares (CS) 23 y 24, que estaba en curso en ese momento.
  • El conocido ciclo bicentenario de actividad solar que muestran los registros de carbono-14 y de manchas solares, que redujo la actividad del sol tras 1600 y 1800. Era lo que estaba pasando 200 años después, en 2009.
  • La pausa en el calentamiento global que estaba teniendo lugar desde 1998.

Figura 1. Procedente de Abdussamatov 2009. «El Sol define el clima». Nauka i Zhizn, N1, pp. 34-42. Propone que lo que pasó en 1700 se va a repetir tras el 2000.

Esta predicción llegó a Occidente y se hizo muy popular, como cualquier otra predicción catastrófica. Los artículos sobre la llegada de un GMS proliferaron en los blogs sobre el clima, como el de Watts Up With That (WUWT)«The Baby Grand Has Arrived».

Otros científicos, como Livingston & Penn y de Jager & Duhau, se unieron a Abdussamatov en 2009 para proponer la llegada de un GMS, aunque fueron más cautelosos sobre sus efectos climáticos. La historia llegó incluso a amenazar la narrativa del calentamiento global en un momento en que estaba bajo asalto por la Pausa y el Climategate. Así que nada menos que Stefan Rahmstorf salió al ruedo diciendo que, según los modelos «un nuevo mínimo de actividad solar tipo Maunder [el último GMS] no puede compensar el calentamiento global causado por las emisiones de gases de efecto invernadero de origen humano», Feulner y Rahmstorf, 2010.

2. Los años dorados de la ficción, 2012-2015

Pasado 2009, la actividad solar aumentó tan lentamente que pronto quedó claro que el CS24 era un ciclo tan poco activo como no se había visto en casi un siglo. Muchos científicos escribían artículos sobre un posible GMS, que había pasado de ser una hipótesis a considerarse una posibilidad real, a pesar de la ausencia de pruebas. Abdussamatov publicó nuevos artículos en inglés en 2012 y 2013.

En 2011, el experto sueco en el nivel del mar Nils-Axel Mörner publicó un artículo en una de las pocas revistas que aún aceptaban contribuciones escépticas, Energy & Environment. Comenzaba con una afirmación audaz: «Alrededor de 2040-2050 nos encontraremos en un nuevo mínimo solar importante. Entonces se puede esperar una nueva «pequeña edad de hielo» en el Ártico y el noroeste de Europa» (Nils-Axel Mörner, 2011). Una afirmación para la que no aportó más pruebas que una extrapolación de la actividad solar basada en el registro de manchas solares.

Dos años más tarde, Mörner consiguió que otros 18 investigadores participaran en el primer número de una revista de reciente creación, Pattern Recognition in Physics. Se trataba de un número especial sobre cómo las órbitas de los planetas podrían causar cambios en la actividad solar, una hipótesis aún no confirmada. Incluía una carta firmada por los 19 investigadores que constituía un ataque frontal a las conclusiones del IPCC. Entre los firmantes se encontraban investigadores de renombre como Willie Soon, Nicola Scafetta, Ole Humlum, David Archibald, Harald Yndestad y Don Easterbrook, así como algunas personas activas en Internet, como Tallbloke. El resultado previsible fue la cancelación de la revista por parte de sus editores. La carta terminaba con una conclusión y dos implicaciones acordadas por los firmantes. La segunda implicación es relevante aquí: «Es evidente que nos encaminamos hacia un nuevo mínimo solar. Esto pone seriamente en duda la cuestión del calentamiento continuo, e incluso acelerado, que afirma el proyecto del IPCC». Evidente no era.

Para entonces, se habían publicado muchos artículos sobre el próximo GMS y sus posibles efectos sobre el clima (de Jager y Duhau, 2012; Solheim et al., 2012; Anet et al., 2013; Steinhilber y Beer, 2013). Múltiples artículos en Internet popularizaron la ficción entre los escépticos y alarmistas del clima, atraídos por la naturaleza catastrófica de una nueva era glacial.

3. El estrellato de Valentina Zharkova

Fue en julio de 2015 cuando la ficción saltó a los periódicos de todo el mundo. Una investigadora de la Universidad de Northumbria, Valentina Zharkova, presentó su modelo solar en un congreso, y el comunicado de prensa destacó que predecía una «caída del 60% en la actividad solar en la década de 2030, hasta niveles de una ‟mini edad de hielo”».

La conexión con el clima no fue establecida por ella, sino por quienes redactaron el comunicado de prensa. Su artículo (Zharkova et al. 2015), publicado ese mismo año, no incluía nada sobre el clima. Ella misma dijo: «En el comunicado de prensa no dijimos nada sobre el cambio climático. Supongo que cuando oyeron hablar del mínimo de Maunder, utilizaron Wikipedia o algo similar para obtener más información al respecto», Valentina Zharkova.

Pero debido a la cobertura mediática obtenida, ella misma relacionó a partir de entonces su investigación con el cambio climático y la Pequeña Edad de Hielo, según dijo porque una vez establecida la conexión le pareció lógica. Le gustó la atención recibida. A día de hoy, Zharkova sigue relacionando su investigación sobre la actividad solar con los efectos climáticos. En un editorial de 2020 para la revista Temperature (Zharkova 2020), escribió: «Esto, a su vez, puede provocar una disminución de la temperatura de la Tierra de hasta 1,0°C con respecto a la temperatura actual durante los próximos tres ciclos (25-27) del gran mínimo. Las mayores caídas de temperatura se producirán durante los mínimos locales entre los ciclos 25-26 y 26-27», (Zharkova, 2020).

Irina Kitiashvili, investigadora de la NASA, también tiene un modelo que predijo que el CS25 tendría aproximadamente la mitad de la actividad del CS24 (Kitiashvili, 2020). El problema con los modelos de Kitiashvili y Zharkova es que son una sencilla extrapolación lineal, disfrazada de complejidad, de la disminución de la actividad solar que tuvo lugar desde el CS21 en 1980. Las extrapolaciones no son herramientas fiables a la hora de predecir el futuro.

4. La situación dio un giro en 2018

Un artículo del grupo de Zharkova en 2018 (Popova et al. 2018) extrapolaba su modelo 800 años hacia atrás en el pasado y fue duramente criticado por el destacado astrofísico finlandés Ilya Usoskin (Usoskin 2018). Éste fue revisor del artículo, pero su revisión, muy crítica, se perdió en el sistema de la editorial y posteriormente se publicó como comentario. Usoskin afirmó con razón que: «es imposible hacer predicciones armónicas para miles de años basándose solo en 35 años de datos», Usoskin, 2018, y que los resultados del modelo contradecían las observaciones, como muestra la figura 2.

Figura 2. Procedente de Zharkova et al. 2015 con mis anotaciones en rojo mostrando la actividad solar reconstruida a partir de los registros de radiocarbono. En la figura de Zharkova todo está mal situado en el calendario, excepto el mínimo de Maunder, incluso el doble pico de actividad que define el máximo moderno. El periodo cálido medieval tuvo lugar entre el 950-1100, no entre el 1350-1500. Zharkova predice todo lo azul a partir de los datos del óvalo negro.

En la reconstrucción de Zharkova, el mínimo de Maunder se encuentra donde debería, pero el mínimo de Spörer, el mayor GMS en miles de años, brilla por su ausencia. En su lugar, la autora etiquetó erróneamente el periodo 1350-1500 (parte de la Pequeña Edad de Hielo) como el período cálido medieval, que tuvo lugar al menos 300 años antes. Zharkova se ha unido a las filas de los científicos climáticos dispuestos a tergiversar los datos para avanzar en sus carreras. El modelo de Zharkova no merece el tiempo de computación que consume. Esta es una triste realidad para muchos modelos actuales.

En 2018 se avecinaba el nuevo mínimo solar y los blogs sobre el clima publicaron numerosos artículos sobre un GMS inminente. Un mínimo solar es también el momento en que los campos polares solares alcanzan sus valores máximos de 11 años, lo que nos permite predecir la intensidad del ciclo venidero utilizando el método del precursor del campo polar. En una reunión celebrada en 2018, Leif Svalgaard hizo pública su predicción de que el CS25 debería tener un poco más de actividad que el CS24, y no menos.

5. El máximo solar de este ciclo ha sido un 38% superior al anterior

La actividad solar se mide oficialmente suavizando los datos medios de manchas solares de 13 meses consecutivos con un filtro (fórmula) matemático para reducir su alta variabilidad. El máximo de actividad del CS24 tuvo lugar en abril de 2014 con 116,4 manchas solares. El máximo del CS25 ha quedado establecido en octubre de 2024 con 160,8 manchas solares. Por lo tanto, este ciclo ha tenido un máximo un 38% superior al anterior.

Figura 3. Actividad solar medida por el número mensual de manchas solares entre 1954 y mayo de 2025. En azul los datos mensuales y en rojo el suavizado que define el máximo y mínimo de cada ciclo.

La mayor actividad solar del CS25 es muy clara cuando se comparan los ciclos más recientes.

Figura 4. Utilizando el número de manchas solares suavizado oficial, el CS25 muestra una actividad muy superior a la del CS24. Fuente: Jan Alvestad.

Aunque la actividad del CS25 es mayor que la del CS24, sigue estando por debajo de la media de actividad solar de los últimos 300 años. CS24 tuvo una actividad muy baja. No obstante, al haberse incrementado la actividad solar en casi un 40%, los temores de que se desarrolle un GMS durante los próximos ciclos solares deberían desaparecer.

6. El análisis espectral solar lo sabía desde 2006

Antes de que comenzara toda esta historia, antes de que el método precursor del campo polar tuviera una predicción para el CS24, antes de que nadie supiera que se avecinaba un descenso de la actividad solar, en 2006 Mark Clilverd, junto con otros investigadores británicos y finlandeses, publicó un artículo titulado «Prediciendo el ciclo solar 24 y más allá»(Clilverd et al. 2006). En este notable artículo, utilizaron un método espectral basado en ciclos seculares en el número de manchas solares para predecir que los CS24 y 25 tendrían una actividad mucho menor que los ciclos anteriores, pero que serían seguidos por el CS26, cuando la actividad comenzaría a recuperarse (Figura 5).

Figura 5. El modelo de Clilverd predijo dos ciclos de baja actividad mucho antes de que se produjeran.

Recordemos que, en 2006 los científicos de la NASA predijeron un gran ciclo solar 24, mayor que el CS23. Vaya si se equivocaron, CS24 terminó siendo el ciclo menor en 100 años.

Yo también realicé un modelo espectral sencillo de la actividad solar pasada y futura en 2016, que hice público en un comentario en WUWT. El modelo fue perfeccionado en 2018 para mi primer libro (publicado en 2022) y aparece en el capítulo 13 (Cambio climático en el siglo XXI). La variable modelada es el cómputo total de las manchas mensuales durante toda la duración de cada ciclo.

Figura 6. Modelo espectral de la actividad solar que muestra el ciclo centenario de Feynman (F1-F4) y predice la actividad solar hasta 2130. Figura de Vinós 2022.

Este modelo también predijo en 2016 que no se produciría ningún GMS en el siglo XXI. De hecho, pueden pasar dos o tres siglos antes de que los seres humanos vuelvan a experimentar un GMS. No es un mal resultado si resulta ser correcto, ya que los GMS tienen un efecto climático muy negativo y los enfriamientos que producen suelen ir acompañados de hambrunas y epidemias (Vinós 2022).

7. Conclusión

Los científicos generan ciencia ficción cuando se apartan de lo que los datos y las evidencias demuestran. Lo hacen por interés, deseo de notoriedad y la posibilidad de alcanzar la fama por ser los primeros en defender una teoría que luego resulte correcta. Estas ficciones no deben admitirse porque entorpecen y retrasan el avance de la ciencia. Pensar que el CO₂ controla el clima en ausencia de pruebas claras no es muy distinto de pensar que va a tener lugar un GMS en ausencia de pruebas claras. Un buen científico es profundamente escéptico y debe dudar incluso, o especialmente, de sus propias hipótesis porque nadie es más fácil de engañar que uno mismo.

Este artículo es una actualización del artículo publicado en inglés en febrero de 2023 en el blog WUWT titulado: «It is Time to Bury the Grand Solar Minimum Myth».

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