Roy W. Spencer (abril de 2025)
El calentamiento climático de las últimas cinco décadas se ha atribuido principalmente a las emisiones de gases de efecto invernadero, como el CO₂, derivadas de la quema de combustibles fósiles. Esto ha impulsado políticas para reducir su uso y adoptar energías «renovables», como la eólica y solar.
Para orientar políticas públicas y adaptarse a posibles cambios climáticos, es clave analizar las afirmaciones del IPCC (Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU). Sobre el aumento de la temperatura global desde los años 70. Surgen tres preguntas fundamentales:
- ¿Se debe el calentamiento reciente fundamentalmente a las emisiones humanas de gases de efecto invernadero, como suele afirmarse?
- ¿Coincide la tasa de calentamiento observado con las predicciones de los modelos climáticos que guían las políticas?
- ¿Es el ritmo del calentamiento lo suficientemente grave como para justificar la alarma y las regulaciones exhaustivas de las emisiones de CO₂?
Aunque el clima ha experimentado cierto calentamiento en este periodo, la percepción de una «crisis climática» y las demandas de regulaciones económicamente costosas no están respaldadas por la ciencia.
¿Qué causa el cambio de temperatura?
Antes de analizar cuánto calentamiento se ha observado, es útil entender qué causa los cambios de temperatura en cualquier sistema—ya sea el clima, el cuerpo humano, una olla en el fuego o el motor de un auto. Estos conceptos son cotidianos y fáciles de comprender.
El cambio de temperatura se debe a un desequilibrio entre la ganancia y la pérdida de energía.
Por ejemplo, imagine una olla destapada con agua sobre una llama baja: al principio, el agua se calienta rápido, pero luego el proceso se ralentiza porque la olla pierde energía hacia su entorno más frío. Finalmente, el agua alcanza un equilibrio en el que la energía que pierde iguala a la que recibe de la llama, manteniendo una temperatura estable. Otro caso es el uso de un abrigo en invierno: sin él, el cuerpo perdería energía más rápido de lo que la genera mediante el metabolismo, llevando a la hipotermia. El abrigo ayuda a mantener el equilibrio reduciendo la pérdida de calor. Finalmente, todos hemos notado cómo el aire se calienta durante el día bajo el sol, pero en la tarde, aunque el sol sigue brillando, la temperatura baja. Esto ocurre porque, al estar más bajo en el cielo, el sol aporta menos energía de la que el aire pierde.
En todos estos casos, cuando la ganancia y la pérdida de energía se igualan, la temperatura no varía. Pero si hay un desequilibrio, la temperatura cambia.
El reciente calentamiento del sistema climático se corresponde con un pequeño desequilibrio energético
El sistema climático global recibe, en promedio, entre 235 y 245 vatios por metro cuadrado (W/m²) de energía solar, con una estimación común de 240 W/m². Para que la temperatura global se mantenga estable, la pérdida de energía al espacio mediante radiación infrarroja (IR) debe ser similar.
Sin embargo, ¿cómo de precisos son estos cálculos y qué evidencia hay de un equilibrio natural? Las mediciones satelitales más avanzadas, como las del sistema CERES de la NASA, tienen un margen de error de varios W/m² (alrededor del 1% del flujo energético total). Para estimar el desequilibrio energético, los investigadores analizan el calentamiento gradual de los océanos, calculando un desequilibrio actual de apenas ~0.6 W/m²: una fracción mínima frente a los ~240 W/m² de intercambio natural. Este desajuste es incluso menor que el margen de error de las mediciones satelitales.
Esto es crucial, pues sugiere que parte del calentamiento reciente podría ser natural. No obstante, al desconocerse las causas de eventos climáticos históricos (como el Óptimo Climático Romano, el Periodo Cálido Medieval o la Pequeña Edad de Hielo), la mayoría de los investigadores asume que no están ocurriendo hoy fenómenos similares.
En lugar de considerar procesos naturales, la comunidad científica dominante parte de un «equilibrio energético perfecto» como estado natural del clima sin influencia humana. Se presume que, antes de la industrialización, la energía solar entrante equivalía exactamente a la radiación IR saliente. Así, el pequeño desequilibrio actual (0.6 W/m²) se atribuye íntegramente a los combustibles fósiles.
Pero esta suposición es un acto de fe, no de ciencia. Como se ha señalado, ni siquiera con la tecnología de la NASA puede demostrarse un equilibrio energético perfecto en el sistema climático natural.
Los modelos climáticos asumen el equilibrio energético, pero tienen dificultades para lograrlo
Las proyecciones de cambio climático que impulsan políticas gubernamentales provienen de modelos de ordenador desarrollados por centros de investigación. Estos modelos, similares a los de pronóstico meteorológico pero con ajustes adicionales, parten de un supuesto clave: asumen que todo cambio climático a largo plazo es artificial. Así, cuando se incrementa el CO₂ en las simulaciones, generan calentamiento, presentándose luego como «prueba» del origen humano del cambio climático. Esta circularidad metodológica en el razonamiento es evidente, además de ignorar causas naturales potenciales no relacionadas con el CO₂.
Inconsistencias fundamentales:
- Discrepancias irreductibles: Los más de 30 modelos existentes proyectan rangos de calentamiento disparatados (1.8°C a 5.6°C para el doble de CO₂), diferencia que persiste tras décadas de supuestas mejoras. Si estuvieran basados en física demostrada, convergerían.
- Ajustes arbitrarios: Todos los modelos son «calibrados» para mantener equilibrio energético sin emisiones humanas, pues de otro modo derivarían hacia enfriamiento o calentamiento espurio. Incluso así, muchos violan la Primera Ley de la Termodinámica (conservación de energía), requisito básico para cualquier modelo con implicaciones políticas.
- Procesos clave desconocidos: Características críticas (como la dinámica de nubes) no se comprenden con precisión, obligando a introducir factores empíricos («parches») para estabilizar las simulaciones.
Supuestos cuestionables:
- Los modelos excluyen por diseño fuentes naturales de variabilidad climática a largo plazo, no por evidencia, sino por ignorancia: los procesos caóticos intrínsecos (ej. turbulencia oceánica) pueden generar cambios sustanciales sin forzamientos externos, pero se atribuyen automáticamente a gases invernadero humanos.
- No existen «huellas dactilares» inequívocas del calentamiento antropogénico. Por ejemplo, cualquier calentamiento (natural o no) será más rápido en tierra que en océanos.
Aunque el CO₂ debería teóricamente causar cierto calentamiento, la magnitud real es incierta. Es plausible que parte del calentamiento observado (siempre sobrestimado por los modelos) tenga origen humano, dado el efecto invernadero del CO₂ y vapor de agua. Sin embargo, el grado exacto de responsabilidad humana sigue siendo mucho más incierto de lo que se admite públicamente.
El calentamiento directo por duplicación de CO₂ es de solo 1,2 °C
¿Cuánto calentamiento predice la teoría del calentamiento global debido a las emisiones humanas de gases de efecto invernadero? Al público se le ha hecho creer que los modelos son bastante precisos en este aspecto, pero los datos muestran otra cosa. La teoría del calentamiento global señala que una duplicación del CO₂ atmosférico causaría solo 1.2 °C de calentamiento directo si no se produjeran otros cambios en el sistema climático aparte del aumento de temperatura. Son esos otros cambios indirectos (llamados retroalimentaciones) incorporados en los modelos y que no se pueden medir los que amplifican enormemente ese moderado calentamiento de 1.2 °C en casi todos los modelos climáticos. Estas retroalimentaciones son las responsables del amplio rango de proyecciones actuales que va de 1.8 °C a 5.6 °C de calentamiento en respuesta a una duplicación del CO₂. Las afirmaciones actuales sobre una crisis climática se basan invariablemente en los modelos que predicen más calentamiento, no en observaciones reales del sistema climático, que muestran cambios poco destacables durante el último siglo o más.
Los modelos climáticos producen demasiado calentamiento
Los modelos climáticos no solo se usan para predecir cambios futuros (pronósticos), sino también para explicar cambios pasados (retrospectivos). Dependiendo del lugar donde se midan las temperaturas (en la superficie terrestre, la atmósfera alta o el océano profundo), es común que los modelos climáticos hayan mostrado más calentamiento del que realmente se ha observado en las últimas décadas.
Esta discrepancia no ocurre con todos los modelos: dos de ellos (ambos rusos) presentan tasas de calentamiento cercanas a las observadas. Sin embargo, no son estos los modelos que se utilizan para impulsar la narrativa de crisis climática. En su lugar, se suelen destacar aquellos que proyectan el mayor calentamiento.
La mejor forma de demostrar la tendencia de los modelos a sobreestimar el calentamiento es comparar directamente sus resultados con las observaciones reales de la temperatura media del aire en superficie, como se muestra en el Gráfico 1. Allí, el promedio de cinco conjuntos de datos observacionales (en azul) se compara con el promedio de 36 modelos climáticos del sexto Proyecto de Intercomparación de Modelos Climáticos del IPCC (CMIP6). En promedio, los modelos han proyectado un calentamiento un 43 % más rápido que el observado entre 1979 y 2022, el periodo con mayor aumento de temperaturas globales y emisiones de gases de efecto invernadero, y también el que cuenta con observaciones satelitales. Esta diferencia entre modelos y observaciones rara vez se menciona, a pesar de que suelen ser los promedios —o incluso los modelos más extremos— los que se utilizan para justificar cambios de política en EE.UU. y otros países.

Gráfico 1. Variaciones de la temperatura media global del aire en superficie, 1979-2022. En rojo la predicción media de los modelos climáticos. En azul las observaciones de los satélites.
Calentamiento global de la baja atmósfera
Aunque las temperaturas del aire cerca de la superficie son clave para la actividad humana, el calentamiento en la baja atmósfera (aproximadamente los primeros 10 kilómetros de la troposfera, donde ocurre el clima terrestre) también es relevante, especialmente gracias a las observaciones satelitales disponibles desde 1979. Los satélites proporcionan la única cobertura geográficamente completa del planeta, excepto cerca de los polos.
El Gráfico 3 compara las temperaturas de esta capa según 38 modelos climáticos (rojo) con los datos observados en tres conjuntos de radiosondas (globos meteorológicos, verde), tres reanálisis globales (que combinan satélites, globos y datos de aviones; negro) y tres conjuntos de datos satelitales (azul).
Al igual que con las temperaturas superficiales del Gráfico 1, los modelos climáticos sobreestimaron el calentamiento en la baja atmósfera desde 1979: 43% más que los globos meteorológicos, 55% más que los reanálisis y 75% más que los satélites.
Esto demuestra que los modelos climáticos más avanzados producen un calentamiento excesivo en comparación con las observaciones. Sin embargo, estos modelos guían políticas en EE.UU. y otros países. La discrepancia no es ampliamente conocida porque los medios rara vez publican información que contradiga la narrativa de que los humanos están destruyendo el sistema climático.

Gráfico 3. Variaciones en la temperatura global de la baja atmósfera. En rojo, la media de 38 modelos climáticos, en verde datos de radiosondas, en negro datos de reanálisis y en azul datos de satélites.
Si los modelos se calientan demasiado, ¿qué muestran las tasas de calentamiento actuales?
Existe un enfoque más sencillo para modelar los flujos de energía en el sistema climático y estimar el calentamiento futuro. Estos métodos asumen (posiblemente de manera excesiva) que todo el calentamiento reciente se debe a la actividad humana.
Científicos han analizado la acumulación de energía en los océanos profundos y el ritmo de calentamiento superficial en los últimos 100+ años, concluyendo que el calentamiento final ante una duplicación del CO₂ atmosférico (2×CO₂) estaría entre 1,5°C y 1,8°C. Curiosamente, 1,5°C por encima de niveles preindustriales es considerado un «límite seguro», lo que sugiere que quizá no se necesiten políticas energéticas extremas para evitar un calentamiento peligroso.
Un análisis más reciente, centrado en datos desde 1970 (la era de mediciones más precisas y del aumento más rápido de CO₂), arrojó un rango similar: 1,5°C a 2,2°C para 2×CO₂. Pero, de nuevo, esto presupone que todo el calentamiento es antropogénico.
¿Podría superarse el umbral de 2×CO₂ en el futuro? Depende de proyecciones inciertas sobre el uso de combustibles fósiles. La buena noticia es que la naturaleza es eficiente eliminando el «exceso» de CO₂ atmosférico, por lo que, según el ritmo futuro de emisiones, ni siquiera alcanzaríamos ese nivel.
¿Por qué los modelos climáticos producen demasiado calentamiento?
La tendencia de los modelos climáticos a sobrestimar el calentamiento global podría deberse a dos razones principales:
- Sobreestimación del forzamiento radiativo:
- El impacto del CO₂ y otros gases de efecto invernadero parece bien calculado, pero la influencia de los aerosoles contaminantes (como los sulfatos derivados de la quema de carbón y petróleo) sigue siendo incierta.
- Estas partículas podrían estar enfriando el clima más de lo asumido, ya sea reflejando luz solar directamente o modificando las nubes.
- Sensibilidad excesiva de los modelos:
- Incluso con un forzamiento correcto, los modelos podrían reaccionar de forma exagerada a los cambios en CO₂.
- Mecanismos internos, como la respuesta de nubes y precipitaciones (que regulan el vapor de agua, el principal gas invernadero), podrían estar amplificando artificialmente el modesto calentamiento directo de 1,2°C esperado por una duplicación de CO₂.
¿Qué otros factores, además de los humanos, podrían estar provocando el cambio climático?
Se suele argumentar que el calentamiento reciente debe ser culpa del ser humano simplemente porque «no se conoce otra causa». Sin embargo, esto no es un argumento basado en conocimiento, sino en ignorancia. Por ejemplo, aún se desconoce qué provocó:
- El frío de la Pequeña Edad de Hielo (siglos atrás),
- El calor del Período Cálido Romano (hace ~2.000 años) o el Medieval (hace ~1.000 años),
- O eventos naturales como el Dust Bowl en EE.UU. (años 1930), que ocurrió antes de las grandes emisiones de CO₂. Hoy, un fenómeno similar se atribuiría automáticamente al «cambio climático humano».
Algunas investigaciones apuntan a causas alternativas:
- Variaciones en el transporte de energía desde los trópicos a latitudes altas. Aquí el Dr. Spencer cita el trabajo de Javier Vinós, presidente de la Asociación de Realistas Climáticos.
- La influencia del Sol sobre los rayos cósmicos galácticos, que podrían afectar la formación de nubes (y por tanto, la temperatura global),
- Cambios naturales en la circulación oceánica global: al ser un sistema dinámico no lineal, los océanos (fríos en profundidad, ~4°C) pueden alterar su circulación y modificar temperaturas superficiales.
Conclusión
Los modelos climáticos sobrestiman sistemáticamente el calentamiento observado en los últimos 50 años —el período de mayor aumento de CO₂ y temperaturas—. Las discrepancias son graves:
- >40% en temperatura superficial global,
- ~50% en la atmósfera baja,
- Hasta 2-3 veces más en verano en EE.UU.
Estos errores nunca se mencionan a pesar de que los mismos modelos determinan las políticas climáticas. Tampoco se dice que:
- Presuponen que el clima natural es estático: Se «ajustan» para que solo cambien cuando se añade el forzamiento humano (un mero 1% en el balance energético global).
- Usan razonamiento circular: «Prueban» el origen humano del calentamiento porque así fueron diseñados, no por evidencia independiente.
Además, la variabilidad interna caótica del clima introduce incertidumbres irreducibles en proyecciones y explicaciones del pasado. Ante esto las políticas deberían ser cautelosas, no basarse en modelos defectuosos ni en afirmaciones alarmistas sin sustento observacional.
El doctor Roy W. Spencer es investigador científico principal en la Universidad de Alabama en Huntsville.
Este artículo es un resumen elaborado por la redacción del informe publicado por The Heritage Foundation.